7 mar 2009

Se despertó el Matador

Tigre se sacó la mufa y logró su primer triunfo en el torneo derrotando a Racing por 4 a 1. La Academia, que a pesar de a ver cambiado de entrenador sigue sin sumar de a tres, se mantiene en zona de promoción y muy complicado. El Matador sello una contundente victoria con los goles de Ayala, dos de Giménez y Lázzaro, mientras que para los de Caruso Lombardi el único gol lo anoto Sosa.
En Victoria se enfrentaban dos equipos necesitados, el local para salir de las últimas posiciones y la visita para emerger de la zona de promoción. Los de Cagna serían los primeros en obtener la diferencia, cuando en el minuto ‘4, después de un centro desde la derecha y de un cabezazo de Lázzaro el paraguayo Ayala saltó y con solo tocarla vulneró la valla defendida por Migliore.
Con un gol arriba el elenco de Victoria trataba de apoderarse del trámite del cotejo dominando el medio campo y aprovechando una y otra vez las falencias de la endeble línea defensiva de la Academia. Tal es así que si no fuera por las buenas intervenciones del ex Boca, Pablo Migliore, primero tras un remate de Pablo Jerez y luego un derechazo de Paparatto los de Avellaneda ya hubiesen estado abajo por una diferencia mayor.
Pero sin siquiera merecerlo los dirigidos por Carusso Lombardi llegarían al gol, aunque fue más merito de de Luis Islas por su error que de Franco Sosa. El volante ejecutó el tiro libre amagando a tirar el centro y sorprendió al uno local que estaba demasiado adelantado para frenar el tiró del jugador académico.
Pero el conjunto de Diego Cagna continuó intentando (Migliore le desvió un tiro a Lázzaro), y a los 33 Rodolfo Arruabarrena también se animó por izquierda, lo cruzó Matías Martínez y Gabriel Brazenas compró la muy dudosa caída del Vasco. Matías Giménez no perdonó con un disparo bajo y a la derecha de Migliore y el local estaba arriba de nuevo.
Después de la segunda desventaja, Racing intentó una tibia reacción, aprovechando que los centrales del Matador tampoco estaban en una gran noche. No obstante, el escaso volumen de juego de los de Avellaneda derivó en que las más claras fueran desde afuera del área, un sablazo de Sosa en el travesaño y un tiro desviado de Adrián Lucero.
En el medio, las distracciones defensivas de La Academia tampoco desaparecieron: permitieron que Carlos Luna quedara totalmente solo y habilitado frente a Migliore, aunque se la entregó al arquero.
El inicio del complemento contó con lo mejor de Racing. La reacción visitante se viclumbró con una imagen más adelantada y con intentos más profundos. La pelota comenzó a llegarles más y mejor a los delanteros, que tuvieron una cada uno: Pablo Lugüercio disparó bajo y apenas desviado y Pablo Caballero cabeceó y complicó a Islas. Pero enseguida, el ímpetu de La Academia se desdibujó para hundirse nuevamente en su cruda realidad.
Enseguida, Ayala cabeceó alto en una nueva amenaza para los de Avellaneda y, a los 26, una contra cerró el encuentro. Martín Morel salió rápido y habilitó a la izquierda a Lázzaro, quien aprovechó la deficiente marca de Leandro González, lo desbordó y mandó el centro al segundo palo para que Giménez cabecee a su gusto.
El tanto cayó como agua helada para los hinchas visitantes, que no tardaron en comenzar a mostrar su disconformidad. Su equipo perdió entonces hasta la más mínima ilusión y se entregó sin actitud alguna. Ni hablar cuando, a los 39, Lázzaro completó su gran noche al recibir por la izquierda un centro pasado para anotarse en la red con una definición al segundo palo.
El 4-1, entre los más imperdonables errores y también la siempre presente mala fortuna, había sentenciado una vez más el destino de Racing. Del otro lado, Tigre festejaba haber recuperado con creces la memoria de su mejor cara.


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